El "super" valor de lo no medible

Confieso que estoy harto de escuchar que lo que no se puede medir no existe o no tiene valor. Siento que vivimos una sociedad algo enferma en contextos empresariales en los que todo lo que no ofrece resultados medibles y en el corto plazo es despreciado.

¿Cuánto vale, un buen consejo, cuidar la imagen empresarial, ser coherente, cuidar el largo plazo mientras se deciden cosas en el corto, mantener un buen y motivador ambiente de trabajo, el compromiso, el regate en una negociación, saber leer y entender a una organización, la prudencia?

Las cosas verdaderamente valiosas para el ser humano difícilmente pueden medirse. Nada es tan valioso para el hombre como el amor y nada a la vez es menos medible. Si nos empeñamos en medirlo conseguiremos hacerlo con KPIs pero a costa de desnaturalizar lo que estamos midiendo. Y en las empresas muchas veces ocurre en gran medida lo mismo aunque nos cueste más reconocerlo.

En ello insiste Daniel H. Pink en su libro “La sorprendente verdad sobre lo que de verdad nos motiva” en el que concluye que para el seguimiento del progreso en nuestros objetivos, tan pronto se establecen y se hacen conocidas las reglas para medir algo, las personas afectadas pasan a orientar sus comportamientos hacia la consecución de puntuación para la obtención de “sus buenos resultados “(es decir a obtener una buena nota) en lugar de buscar una verdadera mejora en los objetivos perseguidos.

¿Puede algún método medir cuanto quiero a mi mujer y ponerme nota por ello? Tan pronto conozca los criterios de medición, estoy seguro de que empezaré a adoptar comportamientos que me den puntos y a omitir los que me lo quiten. Y a ojos de las mediciones oficiales diremos que medir el amor en mi matrimonio ha provocado una mejora del mismo. Pero ¿alguien cree de verdad que eso mejorará mi amor a mi mujer? Ojalá no se implante este indicador para matrimonios pues nos llevaría a un mundo, también en el contexto de las parejas, de maravilloso y aparente amor y con seguridad en detrimento del amor real.

Sin cuestionar las bondades de medir lo medible, ensalcemos también lo no medible, porque de no hacerlo nos estaremos perdiendo mucho como está el mundo perdiéndose mucho en la actualidad. Descansar en los procesos, en lo medible, en los datos resulta muy útil para algunos propósitos, especialmente los enfocados en el corto plazo. Pero para otros más relacionados con el largo plazo y la calidad profunda y esencial de las cosas, poner el peso en la medición es instalarse en un mundo de apariencias más que de realidades.

Y para conseguirlo recuperemos la presencia y el protagonismo de los valores y virtudes que todos admiramos y ejerzamos para ello el coraje necesario para contrarrestar la presiones cortoplacistas y las actuaciones sin sentido en las que muchas veces nos vemos envueltos.

Alfredo Sanfeliz

Linkedin / Twitter