¿Conversar o tener razón?

Pocas veces conversamos de verdad.

Conversar es buscar la verdad intercambiando información y puntos de vista con otra persona.
Es también escuchar para comprender las perspectivas, sentimientos o emociones de quién
con nosotros habla para desde ahí acoger sus peticiones cuando son viables o bien
simplemente comprenderle y respetarle.

Conversar no es una competición para demostrar que tenemos razón pues nada es más
destructivo del mutuo entendimiento.

Por el contrario, la conversación exige activar nuestras orejas, ojos e incluso la piel para de
verdad entender y conectar con nuestro interlocutor no solo para captar la información fría y
objetiva que nos trasmite si no también el tono, actitud o sentimiento desde los que nuestro
interlocutor nos habla.

Y esa escucha activa exige en gran medida vaciarnos de nuestras creencias, prejuicios y
perspectivas personales para abrirnos a comprender, con cabeza y corazón, lo que el otro nos
transmite. Y por favor, no pensemos en la respuesta mientras nos hablan, pues una buena
respuesta sólo podrá darse tras la escucha y asimilación plena de aquello que nuestro
compañero de conversación nos acaba de transmitir, ya sea o no compartido. Una buena
respuesta deberá construirse sobre esa nueva información si queremos crear un camino de
entendimiento, encuentro o acuerdo.

Recuperemos la conversación de calidad, tan perdida en nuestra sociedad. Abandonemos las
dinámicas de permanente discusión, confrontación y polarización de posiciones pues ellas no
llevan sino al distanciamiento y a la imposibilidad de construir algo de interés conjunto.
Solo conversando seremos capaces de comprendernos y solo comprendiéndonos seremos
capaces de “entendernos”, o lo que es lo mismo de respetarnos y encajarnos unos y otros con
nuestros respectivos intereses.

Alfredo Sanfeliz

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