Algunas personas que me conocen podrían decir me gusta vivir rodeado de personas enfadadas, peleadas o en conflicto. No sé si eso dicho así es cierto pero es verdad que me gusta mi profesión y que en ella vivo rodeado de situaciones de tensión, desencuentro o conflicto declarado en las relaciones entre las personas.
Fuera de mis vivencias profesionales, también como ciudadano vivo sumido en una sociedad en la que parece que, los distintos grupos de interés que la forman se encuentran en permanente confrontación entre unos y otros. El diálogo es casi inexistente y muy grande la capacidad general de crítica y de destrucción de iniciativas. Construir y unir iniciativas e intereses en defensa de algo común, parece que es algo de algunos líderes del pasado pero una práctica ajena a nuestros tiempos.
En todas esas situaciones de tensión y conflicto las personas discuten, se pelean, se enfadan, se odian, se bloquean, huyen, gritan, pierden el sueño… Están enfrentadas unas a otras en la situación, pero todas ellas comparten algo: “Todas tienen razón” o por lo menos así lo creen.
La vida diaria de cualquier persona está llena de conflictos aun cuando es verdad que, gracias a Dios, la mayoría de ellos son micro conflictos que se resuelven con una mínima flexibilidad y capacidad de adaptación a las pautas sociales de convivencia.
La propia sociedad vive apoyada en un contrato social que no es sino el resultado de una lenta y progresiva negociación multilateral, para obtener un razonable consenso sobre una serie de patrones de convivencia y funcionamiento. Ese contrato social tradicional está hoy muy en entredicho, pues los valores sobre los que se apoyaba están muy cuestionados por grupos sociales que consideran que el contrato social tradicional no es suficientemente protector de los intereses de los de su clase, casta, estirpe, colectivo, etnia o corriente de pensamiento.
Soy cada vez más un observador de las cosas que pasan a mi alrededor. Y ante situaciones de tensión como las descritas, sencillamente las miro, las escucho, las toco, incluso trato de sentir e intuir lo que unos y otros sienten y piensan para comprender a esos “unos y otros” cuando se encuentran confrontados.
«La vida diaria de cualquier persona está llena de conflictos aun cuando es verdad que, gracias a Dios, la mayoría de ellos son micro conflictos que se resuelven con una mínima flexibilidad y capacidad de adaptación a las pautas sociales de convivencia.»
Me encanta comprender todas las perspectivas y comprobar cómo, desde la perspectiva de cada observador, “todos tienen razón” cuando se mira con el cristal con el que cada persona mira. Se trata de un cristal tintado con su propia personalidad, su historia personal, sus creencias, valores y desde luego de los sentimientos con los que el observador está viviendo esa situación.
Me encanta también elevar el punto de referencia de mi mirada de las cosas para observar qué pasa en nuestro entorno, con una altura y perspectiva que me permitan ver el bosque sin quedarme atascado viendo solo árboles. La altura de la mirada y el “pensamiento en grande”, con perspectiva y desapegado de ningún interés en las distintas situaciones, permiten ver la existencia de fenómenos donde otros ven solo hechos o sumas de hechos, y comprender y diferenciar los síntomas de las causas de las tensiones y conflictos.
El análisis y la comprensión con visión antropológica de las situaciones y fenómenos que se dan en las relaciones entre las personas, las organizaciones e incluso entre los distintos grupos o intereses sociales, constituyen los cimientos para mi profesión. Pero es además una afición en la que llevo muchos años recreándome, si bien manteniendo mis reflexiones en la intimidad de mi diario.
Pero ha llegado el momento de atreverme a compartir algunas de esas reflexiones y miradas con quien quiera recibirlas, y por ello inicio hoy este blog dedicado a exponer mis puntos de vista y reflexiones sobre conflictos en curso, reales o teóricos, polémicas generales o aspectos de nuestra condición humana y nuestra evolución social. Serán siempre reflexiones hechas con la lógica de la cabeza, pero también con la lógica del corazón, la de las emociones y los sentimientos como verdaderos y principales impulsores de las actuaciones humanas.
Como dicen cada vez más los expertos en neurociencia, casi todos los actos humanos son consecuencia de decisiones tomadas de forma inconsciente. Y se apoyan en motivos que nos cuesta explicitar incluso a quienes tomamos las decisiones. Es precisamente la comprensión de esas motivaciones menos conscientes de las decisiones y actuaciones y la búsqueda de esas otras miradas o perspectivas menos visibles de las cosas, que normalmente permanecen ocultas, las que trataré de desvelar en este blog para descubrir las verdaderas causas o explicaciones de los fenómenos, polémicas y conflictos que observamos en nuestros entornos.
Por ello solo espero, mediante algunos breves posts (confío en que más breves que este), propios o de colaboradores de interés, entretener a quien los lea y despertar la curiosidad ante interpretaciones menos comunes de las cosas y que quizá, en ocasiones, puedan despertar polémica en quienes nieguen nuestra condición de “animales” aunque racionales, gobernados por nuestra genética y por la tozuda fuerza de nuestros irrenunciables instintos de supervivencia y conservación, hoy evolucionados hacia una supervivencia y conservación sociales.
Si has llegado leyendo hasta aquí te lo agradezco y me encantará poder seguir contando contigo, pues nada dará más sentido para sostener este blog que el interés de quienes, como tú, sean seguidores. Ojalá sigamos compartiendo pensamientos y sentimientos mucho tiempo.
«Es precisamente la comprensión de esas motivaciones menos conscientes de las decisiones y actuaciones y la búsqueda de esas otras miradas o perspectivas menos visibles de las cosas, que normalmente permanecen ocultas, las que trataré de desvelar en este blog…»